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lunes, 27 de enero de 2014

REPASO DE LAS RIMAS

 A continuación tienes diferentes rimas de Bécquer. Léelas e identifica las características románticas que aparecen en ellas y el grupo al que pertenecen.

1. RIMA XXX
Asomaba a sus ojos una lágrima
y a mi labio una frase de perdón;
habló el orgullo y se enjugó su llanto,
y la frase en mis labios expiró.

Yo voy por un camino; ella, por otro;
pero, al pensar en nuestro mutuo amor,
yo digo aún: —¿Por qué callé aquel día?
Y ella dirá: —¿Por qué no lloré yo?


2. RIMA VII

 Del salón en el ángulo oscuro,
de su dueña tal vez olvidada,
silenciosa y cubierta de polvo
veíase el arpa.

¡Cuánta nota dormía en sus cuerdas
como el pájaro duerme en las ramas,
esperando la mano de nieve
que sabe arrancarlas!

¡Ay! pensé; ¡cuántas veces el genio
así duerme en el fondo del alma,
y una voz, como Lázaro, espera
que le diga: «¡Levántate y anda!».



3. RIMA  XCVI
Bécquer escribió más rimas de las que aparecen en el libro de los gorriones. Por eso, ésta que aquí aparece tiene esta numeración superior a LXXVI.

Lejos y entre los árboles
de la intrincada selva,
¿no ves algo que brilla
y llora? Es una estrella.


Ya se la ve más próxima,
como a través de un tul
de una ermita en el pórtico
brillar. Es una luz.


De la carrera rápida
el término está aquí.
Desilusión. No es lámpara ni estrella
la luz que hemos seguido: es un candil.


En esta Rima Bécquer nos sitúa en un ambiente romántico. Un paisaje poco amable "intrincada selva" y un momento del día: la noche. Se crea un ambiente de misterio... que anuncia una desilusión. La estrella que parecían ver se transforma en un simple candil, una luz que guía en la noche... pero no una luz natural, la de la estrella, sino la de un pequeño candil. El desengaño se hace patente, estos dos protagonistas persiguen un sueño, huyen de algo... todo queda en ambigüedad... 

4. RIMA LXXVI

¿De dónde vengo..? El más horrible y áspero
de los senderos busca:
Las huellas de unos pies ensangrentados
sobre la roca dura;


los despojos de un alma hecha jirones
en las zarzas agudas,
te dirán el camino
que conduce a mi cuna.


¿A dónde voy? El más sombrío y triste
de los páramos cruza,
valle de eternas nieves y de eternas
melancólicas brumas.


En donde esté una piedra solitaria
sin inscripción alguna,
donde habite el olvido,
allí estará mi tumba.


5. RIMA XXVII

Despierta, tiemblo al mirarte;
dormida, me atrevo a verte.
Por eso, alma de mi alma,
yo velo mientras tú duermes.
Despierta ríes, y al reír tus labios
inquietos me parecen
relámpagos de grana que serpean
sobre un cielo de nieve.
Dormida, los extremos de tu boca
pliega sonrisa leve,
suave como el rastro luminoso
que deja un sol que muere.
                                         —¡Duerme!
Despierta miras, y al mirar tus ojos
húmedos resplandecen,
como la onda azul en cuya cresta
chispeando el sol hiere.
Al través de tus párpados, dormida,
tranquilo fulgor vierten,
cual derrama de luz templado rayo
lámpara transparente.
                                         —¡Duerme!
Despierta hablas, y al hablar, vibrantes
tus palabras parecen
lluvia de perlas que en dorada copa
se derrama a torrentes.
Dormida, en el murmullo de tu aliento
acompasado y tenue,
escucho yo un poema que mi alma
enamorada entiende.
                                         —¡Duerme!
Sobre el corazón la mano
me he puesto por que no suene
su latido y de la noche
turbe la calma solemne.
De tu balcón las persianas
cerré ya por que no entre
el resplandor enojoso
de la aurora y te despierte.
                                         —¡Duerme!


Para profundizar sobre las rimas: 
http://www.rinconcastellano.com/sigloxix/becquer.html# 

http://www.biografiasyvidas.com/obra/rimas.htm 

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